Paul Krugman, premio Nobel de Economía, argumenta que la inmigración no está robando empleos a los estadounidenses, sino que, por el contrario, es beneficiosa para la economía del país. En un artículo de opinión para The New York Times, el economista analiza las críticas económicas a la inmigración, citando al expresidente Trump, quien sostiene que los inmigrantes han estado ocupando puestos de trabajo que pertenecen a los estadounidenses nativos.
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La tasa de desempleo entre los trabajadores nacidos en Estados Unidos ha rondado un mínimo histórico del 4,3%.
Sin embargo, Krugman destaca que los datos contradicen esta afirmación. Según la Reserva Federal, la tasa de desempleo entre los trabajadores nacidos en EE. UU. se ha mantenido alrededor de un mínimo histórico del 4,3%. Aunque la tasa de participación en la fuerza laboral ha disminuido, los trabajadores nacidos en EE. UU. de edad laboral han visto un aumento en su tasa de participación.
Krugman sugiere que el estancamiento del empleo nativo se debe principalmente a la jubilación de los baby boomers. “El estancamiento casi total del empleo entre los nativos no es un problema de demanda, donde las personas no trabajan por falta de oportunidades. Es más bien un problema de oferta, ya que la gente se retira del mercado laboral. Gracias a la llegada de inmigrantes en edad de trabajar, hemos logrado un notable incremento en el empleo. Sin inmigrantes, no tendríamos suficientes puestos de trabajo”, escribe.
Krugman también sugiere que la inmigración podría estar ayudando a la Reserva Federal a controlar la inflación. “Los inmigrantes no solo incrementan la oferta, sino que también alimentan la demanda. Después de la pandemia, el gran gasto en ayudas elevó la demanda; esta explosión fue más fácil de manejar sin provocar inflación sostenida gracias al rápido crecimiento del empleo facilitado por la inmigración”, explica.
Otros economistas y analistas de Wall Street coinciden en que la inmigración podría ser un gran impulso para la economía. Una proyección reciente de la Oficina Presupuestaria del Congreso indica que un aumento en la inmigración podría añadir 7 billones de dólares a la economía de EE. UU. en la próxima década.
“Por lo tanto, no, los inmigrantes no están robando nuestros trabajos. Si bien cada cambio económico puede perjudicar a algunos, y es cierto que en ciertos lugares los precios de la vivienda han subido o que ha habido mayor competencia en el mercado laboral, las narrativas alarmistas no se alinean con la realidad”, concluye Krugman.
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